sábado, 13 de agosto de 2016

Amorfo/a

Procedente del griego ἄμορφος, la RAE aclara en su diccionario que se trata de un adjetivo con el siguiente significado: sin forma regular o bien determinada; que carece de personalidad y carácter propio; dicho de un cuerpo sólido: No cristalino.

El adjetivo griego proviene de la negación de la forma, μορφος, mediante ἄ privativa. De modo que poseía el significado de informe, igual que en la actualidad. Así mismo podemos entenderlo en el Timeo de Platón (s. V- IV a. C.) cuando leemos "διὸ δὴ τὴν τοῦ γεγονότος ὁρατοῦ καὶ πάντως αἰσθητοῦ μητέρα καὶ ὑποδοχὴν μήτε γῆν μήτε ἀέρα μήτε πῦρ μήτε ὕδωρ λέγωμεν, μήτε ὅσα ἐκ τούτων μήτε ἐξ ὧν ταῦτα γέγονεν: ἀλλ᾽ ἀνόρατον εἶδός τι καὶ ἄμορφον, πανδεχές, μεταλαμβάνον δὲ ἀπορώτατά πῃ τοῦ νοητοῦ καὶ δυσαλωτότατον αὐτὸ λέγοντες οὐ ψευσόμεθα” (por tanto, concluyamos que la madre y receptáculo de lo visible devenido y completamente sensible no es ni la tierra, ni el aire, ni el fuego ni el agua, ni cuanto nace de éstos ni aquello de lo que éstos nacen. Si afirmamos, contrariamente, que es una cierta especie invisible, amorfa, que  admite todo y que participa de la manera más paradójica y difícil de comprender de lo inteligible, no nos equivocaremos).

Sin embargo, el uso más habitual del término tenía que ver con la belleza, concretamente con la ausencia de belleza. De este modo puede hallarse en la obra de Heródoto (s. V a.C.), de modo que en fragmentos como el Hdt. 1.199.5 utilizan esta acepción: “ὅσσαι μέν νυν εἴδεός τε ἐπαμμέναι εἰσὶ καὶ μεγάθεος, ταχὺ ἀπαλλάσσονται, ὅσαι δὲ ἄμορφοι αὐτέων εἰσί, χρόνον πολλὸν προσμένουσι οὐ δυνάμεναι τὸν νόμον ἐκπλῆσαι” (Las que sobresalen por su hermosura, bien presto quedan desobligadas; pero las que no son bien parecidas, suelen tardar mucho tiempo en satisfacer a la ley).

Relacionado con la ausencia de belleza, la palabra ἄμορφος también se utilizaba para designar aquello que resultaba vergonzoso o deshonroso. Esta comparación entre lo bello y lo conveniente u honroso ha funcionado durante toda la antigüedad, desde los primeros testimonios. No por casualidad el héroe homérico reunía las dos cualidades, bello y honorable. De este uso se conserva el siguiente ejemplo, también de la obra de Platón (s. V- IV a. C.), “δακρύειν μὲν τὸν τετελευτηκότα ἐπιτάττειν ἢ μὴ ἄμορφον” llorar al muerto no es conveniente ni ordenarlo ni prohibirlo Pl.Lg.960a.

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