Según
la RAE, se trata de un “anfibio urodelo de unos 20 cm de largo, la mitad
aproximadamente para la cola, y piel lisa de color negro con manchas amarillas”.
La institución también proporciona las siguientes acepciones: “según los
cabalistas, ser fantástico, espíritu elemental del fuego; alumbre de pluma; especie
de calorífero de combustión lenta”.
El
término proviene del latín salamandra, y a su vez, éste del griego σαλαμάνδρα,
que se refería al animal. Las demás acepciones adquirieron su denominación por
su relación con el fuego, ya que se creía que las salamandras no arden, como se
observa en la Historia Animalium de
Aristóteles (s. IV a.C.), concretamente en Arist.HA. 5.19 (552b.16): “Ἀποθνήσκουσι
δὲ καὶ οἱ σκώληκες καὶ ταῦτα χωριζόμενα τὰ μὲν τοῦ πυρός, οἱ δὲ τῆς χιόνος. Ὅτι
δ' ἐνδέχεται καὶ μὴ καίεσθαι συστάσεις τινὰς ζῴων, ἡ σαλαμάνδρα ποιεῖ φανερόν·
αὕτη γάρ, ὡς φασί, διὰ τοῦ πυρὸς βαδίζουσα κατασβέννυσι τὸ πῦρ” (pero la
posibilidad de que haya animales constituidos de tal manera que el fuego no les
afecte, viene demostrada por el ejemplo de la salamandra; en efecto, ésta, se
dice, apaga el fuego si pasa a través de él).
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