Precisamente en la obra de Estrabón (s. I a.C.- I d.C.), llamada Geografía, es donde encontramos más ejemplos de este término. De la importancia que concedía el autor a esta ciencia podemos encontrar constancia en el principio de su obra, en Strab. 1.1, cuando señala que “τῆς τοῦ φιλοσόφου πραγματείας εἶναι νομίζομεν, εἴπερ ἄλλην τινά, καὶ τὴν γεωγραφικήν, ἣν νῦν προῃρήμεθα ἐπισκοπεῖν” (si alguna actividad hay que sea propia del filósofo, precisamente lo es la geografía, disciplina que hemos elegido ahora como actividad filosófica para estudio).
Las
mismas palabras griegas que han dado como resultado geografía, han
proporcionado a la lengua castellana otros muchos vocablos. A partir de dibujar
o describir (γράφω) podemos encontrar biografía (narración de la vida de una
persona), bibliografía (enumeración de libros), mecanografía (escritura a
máquina), etc. Por otra parte, la Tierra (γῆ) proporciona términos como
geotérmico (energía que se obtiene de la tierra), geología (estudio de las
piedras), geocéntrico (relativo a lo que tiene la Tierra como centro), etc.
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