El
término proviene del griego ὄασις, que proviene del egipcio y se refería al
nombre de unos islotes fértiles en el desierto de Libia. Así lo testimonia
Heródoto (s. V a.C.) en sus Historias.
De modo que en Hdt. 3.26.1 se puede leer el siguiente fragmento: “ὁ μὲν ἐπ᾽ Αἰθίοπας
στόλος οὕτω ἔπρηξε: οἱ δ᾽ αὐτῶν ἐπ᾽ Ἀμμωνίους ἀποσταλέντες στρατεύεσθαι, ἐπείτε
ὁρμηθέντες ἐκ τῶν Θηβέων ἐπορεύοντο ἔχοντες ἀγωγούς, ἀπικόμενοι μὲν φανεροί εἰσι
ἐς Ὄασιν πόλιν, τὴν ἔχουσι μὲν Σάμιοι τῆς Αἰσχριωνίης φυλῆς λεγόμενοι εἶναι, ἀπέχουσι
δὲ ἑπτὰ ἡμερέων ὁδὸν ἀπὸ Θηβέων διὰ ψάμμου: ὀνομάζεται δὲ ὁ χῶρος οὗτος κατὰ Ἑλλήνων
γλῶσσαν Μακάρων νῆσος” (de las tropas que fueron destacadas contra los Amonios,
lo que de cierto se sabe es, que partieron de Tebas y fueron conducidas por sus
guías hasta la ciudad de Oasis, colonia habitada, según se dice, por los samios
de la Fila Escrionia, distante de Tebas siete jornadas, siempre por arenales, y
situada en una región a la cual llaman los griegos en su idioma Isla de los
Bienaventurados). El significado griego se extendió a cualquier desierto, dando
como resultado que se aplicase a cualquier terreno fértil, con agua y
vegetación, en medio del desierto. Con el tiempo también adquirió una acepción más
abstracta, como un momento de calma en medio de una situación agitada, debido a
la visión del desierto como un lugar peligroso, donde la vida es difícil y del
oasis como un lugar donde se puede descansar.
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