La
RAE define este término como “líquido excrementicio, por lo común de color
amarillo cetrino, que secretado en los riñones pasa a la vejiga, de donde es
expelido fuera del cuerpo por la uretra”.
Proviene
del griego οὖρον, a través del latín urina, que significaba orina, tal como
significa actualmente. De este modo aparece en las Historias de Heródoto (s. V a.C.), como en el siguiente fragmento: “δέκα
μὲν δὴ ἔτεα εἶναί μιν τυφλόν, ἑνδεκάτῳ δὲ ἔτεϊ ἀπικέσθαι οἱ μαντήιον ἐκ Βουτοῦς
πόλιος ὡς ἐξήκει τέ οἱ ὁ χρόνος τῆς ζημίης καὶ ἀναβλέψει γυναικὸς οὔρῳ
νιψάμενος τοὺς ὀφθαλμούς, ἥτις παρὰ τὸν ἑωυτῆς ἄνδρα μοῦνον πεφοίτηκε, ἄλλων ἀνδρῶν
ἐοῦσα ἄπειρος” (diez años hacía que vivía ciego el monarca, cuando de la ciudad
de Butona le llegó un oráculo en que se le anunciaba el término de su pena y
castigo, y que iba a recobrar la vista sólo con lavarse los ojos con la orina
de una mujer tan continente, que sin comercio con ningún hombre extraño, sólo
fuese conocida de su marido) Hdt. 2.111.2.
También
en la obra de Heródoto se encuentra la raíz del término como verbo, en Hdt.
1.107: “Καὶ οἱ ἐγένετο θυγάτηρ τῇ οὔνομα ἔθετο Μανδάνην: τὴν ἐδόκεε Ἀστυάγης ἐν
τῷ ὕπνῳ οὐρῆσαι τοσοῦτον ὥστε πλῆσαι μὲν τὴν ἑωυτοῦ πόλιν, ἐπικατακλύσαι δὲ καὶ
τὴν Ἀσίην πᾶσαν” (a este monarca le pareció ver en sueño que su hija orinaba
tanto, que no solamente llenaba con ella la ciudad, sino que inundaba toda el
Asia).
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