Su
origen reside en el griego νιφάς, -άδος,
a través del latín nix, nivis, que significaba nieve. En la Ilíada de Homero (s. VIII a.C:) se puede
hallar un ejemplo de su utilización, en Hom. Il. 3.222: “ἀλλ᾽ ὅτε δὴ ὄπα τε
μεγάλην ἐκ στήθεος εἵη; καὶ ἔπεα νιφάδεσσιν ἐοικότα χειμερίῃσιν; οὐκ ἂν ἔπειτ᾽ Ὀδυσῆΐ
γ᾽ ἐρίσσειε βροτὸς ἄλλος” (mas tan pronto como salían de su pecho las palabras
pronunciadas con voz sonora, como caen en invierno los copos de nieve, ningún
mortal hubiese disputado con Ulises).
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