
Esta
palabra proviene del latín sandalĭum, y éste, a su vez, del gr. σανδάλιον, que
significa sandalia, tal como se conserva el término actualmente. De este modo
lo utiliza Heródoto (s. V a.C.) en sus Historias,
como en Hdt. 2.91.3: “οὗτοι οἱ Χεμμῖται λέγουσι τὸν Περσέα πολλάκις μὲν ἀνὰ τὴν
γῆν φαίνεσθαί σφι πολλάκις δὲ ἔσω τοῦ ἱροῦ, σανδάλιόν τε αὐτοῦ πεφορημένον εὑρίσκεσθαι
ἐὸν τὸ μέγαθος δίπηχυ, τὸ ἐπεὰν φανῇ, εὐθηνέειν ἅπασαν Αἴγυπτον” (los buenos
quemitas cuentan que muchas veces Perseo se les aparece en la comarca, muchas otras
en su templo; y aun a veces se encuentra una sandalia de las que calza el
semidios, no como quiera, sino del tamaño de dos codos, cuya aparición, a lo
que dicen, es siempre agüero de bienes, y promesa de un año de abundancia para
todo Egipto).
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