
Sin embargo, su antecesor griego tenía un significado completamente distinto, ya que procede de βακτήρ-ιον, bastoncito (en su forma plural βακτήρ- α), tal como podemos encontrarlo en las Acarnienses de Aristófanes (s. V-IV a.C.) “εὐδαιμονοίης, Τηλέφῳ δ᾽ ἁγὼ φρονῶ. εὖ γ᾽ οἷον ἤδη ῥηματίων ἐμπίμπλαμαι. ἀτὰρ δέομαί γε πτωχικοῦ βακτηρίου” (La bendición de los inmortales descienda sobre ti y tu Telefo. ¡Magnífico! Me siento henchido de bellas frases. Pero necesito también un bastón de mendigo) Ar.Ach.448. También puede hallarse sin el diminutivo en otros autores clásicos como Platón (s. V-IV a.C.), en fragmentos como el siguiente de Protágoras: “τῆς γὰρ παρελθούσης νυκτὸς ταυτησί, ἔτι βαθέος ὄρθρου, Ἱπποκράτης, ὁ Ἀπολλοδώρου ὑὸς Φάσωνος δὲ ἀδελφός, τὴν θύραν τῇ βακτηρίᾳ πάνυ σφόδρα ἔκρουε” (esta mañana, cuando aún no había amanecido, Hipócrates, hijo de Apolodoro y hermano de Fasón, vino a llamar muy fuerte a mi puerta con su bastón) Plat. Prot. 310 a/b.
Como se puede comprobar, a partir de la
base griega, fue reintroducida con un cambio de significado. El nuevo significado
fue acuñado en 1828, en latín
científico por C.G. Ehrenberg, y se basó en la similitud de la forma de estos
microorganismos con un bastón, y debido a su tamaño ínfimo, se aplicó el
diminutivo. Sin embargo, no todas las bacterias tienen esta forma, sino que, morfológicamente,
las bacterias pueden ser: cocos (esféricos), bacilos (en forma de bastón) y
espirilos (de formas onduladas), de modo que, dada la acuñación del término
como genérico, es probable que las primeras bacterias observadas fuesen
bacilos, aquellas que tienen forma de bastón.
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